El pequeño mecanismo de los acontecimientos

Joya suprema de mi memoria

“Son esos instantes, los que revelan la profundidad de un sentimiento como el amor…”

La vida me ha regalado momentos -fugaces, intensos, introspectivos, reveladores, etc.-, algunos de esos momentos se han convertido en historias, algunas de esas historias se han grabado profundamente en mi ser, “joyas” que tienen un lugar especial en mi memoria y que en mi palacio mental las resguardo en el ala oeste, cada una ha dejado gratas vivencias, crecimiento personal, y han repercutido extraordinariamente en mi existencia, la que cuento ahora es sin duda a la fecha la más especial.

Tengo pocas certezas en esta vida, el pragmatismo es una de las cosas que me caracteriza, independientemente de la situación en que me encuentro trato en todo momento hacer un análisis, ver las variantes, categorizarlas, ponderarlas y con esta información visualizar los posibles escenarios y a partir de estos construir “realidades” para tomar la mejor decisión, pero a pesar de esta naturaleza hay algo dentro de mí, una pequeña flama que creé en la “causalidad” ese pequeño mecanismo que le da sentido a los acontecimientos, ese mecanismo me lleva de lo pragmático a lo romántico, a esperar lo mejor en cada circunstancia o situación.
Esta historia es un gran bastión para creer en la existencia de ese mecanismo, una historia que paso por incertidumbres y certezas, que paso de momentos a vivencias, vivencias que imperceptiblemente le dieron forma a esta historia y aparte de mi existencia; hoy solo espero que de alguna forma no muera, mi romanticismo la idealiza mi pragmatismo es el que escribe estas líneas para que no muera en el olvido.

El mecanismo se puso en marcha el día que nos conocimos o mejor dicho el día que decidí conocerla, cómo se cruzaron nuestros caminos una “causalidad”, mi compañera de cabecera de aquel entonces se había tomado un descanso, habitualmente solía centrar mi atención en ella pero su ausencia iba a ser algo prolongada por lo que decidí aventurarme y buscar una nueva compañía mientras me privaba de su presencia, el ejercicio era emocionante después de un tiempo sin hacerlo, así que realice el mismo tomando diferentes variables de las señoritas que tenía en mi lista pero el primer resultado de este no fue muy alentador, ninguna causaba expectativa en mi persona, así que repetí el ejercicio con diferentes variables y el resultado fue similar, nada realmente alentador, con estos resultados estuve a punto de claudicar, -tic tac-, recordé un twitt de mi compañera mencionando una chica que le había encantado, cuando lo encontré desde ese primer momento causo interés además sumándole la buena referencia daba como resultado mi próxima aventura.

Como cualquier primer encuentro realice el protocolo correspondiente, cuadramos el mismo y se llegó el día; cada encuentro se vuelve tangible a partir de una acción sencilla, abrir una puerta, una acción nada extraordinaria, cuando abrí esa puerta no sabía que delante de mí estaba una de mis mejores historias. Todo primer encuentro está rodeado de incertidumbre la cual se disipó rápidamente con el primer beso, podría decir que desde ese momento hubo algo, una chispa en nuestras miradas, amor a primera vista, dos almas gemelas encontrándose, pero sería una gran falacia, lo que hubo fue complicidad, naturalidad y espontaneidad, hasta se hizo presente la famosa “química”, uno de los mejores encuentro que haya tenido hasta ese entonces, debo decir que su belleza me fascino ya que está dentro de mis cánones que considero cercanos a mi “chica ideal”, después de este primer encuentro no pude más que seguir viéndola con la mayor frecuencia posible, en los encuentros posteriores solo confirme la química entre nosotros, con cada nuevo encuentro la confianza aumentaba hasta el punto de la confidencialidad, ese momento cuando puedes contar anécdotas destinadas para muy pocos, parecía que todo iba a pedir de boca, hasta que un día sin previo aviso desapareció del mundo del acompañamiento, su perfil en Twitter dejo de tener actividad, no hubo anuncio de retiro o gira de despedida, en su celular de trabajo se leía –inactivo–, quede estupefacto, la idea de no verla otra vez me dejo en shock, a pesar de esta situación trate de seguir mi cotidianidad, qué más podía hacer, solo era un cliente, al principio me limitaba a ver su perfil de Twitter esperando una publicación, no sucedió, los días se convirtieron en semanas y la nula actividad en sus redes menguaban mi esperanza de verla nuevamente así transcurrieron un par de meses sin noticias suyas, intente cuadrar nuevos encuentros pero no quería ver a alguien más, incluso ni a mi antigua compañera que ya había regresado; algo dentro de mí necesitaba saber si estaba bien por lo que le envíe algunos mensajes en su mayoría preguntándole cómo se encontraba la respuesta a cada uno de ellos era contundente una sola palomita -su celular seguía apagado-, mi pragmatismo sabía que era todo sus redes sociales no habían sufrido ningún cambio, se había ido y sin la novedad de una nueva compañía.

Mis días transcurrieron con normalidad hasta que me entere que la promotora más grande del MMA (UFC) regresaría al D.F., como aficionado y practicante no dejo pasar la oportunidad de ir a un evento y más si es en la arena Ciudad de México, una amiga acepto la invitación y a pesar de no ser fanática disfruto la velada, recuerdo perfectamente ese momento –la pelea y round–, cuando vibro mi celular, para todos es una acción casi instintiva revisarlo de inmediato, pero la descarte      -seguro no es nada importante-, a los pocos segundo vuelve a vibrar, en mi mente se formula la pregunta ¿quién podrá ser?, una par de veces más vibra, por la insistencia pienso en revisarlo y contestar la pregunta anteriormente planteada “¿quién podrá ser?”, las respuestas más lógicas eran Uno noticias o un mensaje familiar ya que la chica que me gustaba la veía por el rabillo del ojos eso anulaba cualquier posibilidad de que el mensaje fuera algo relevante, recuerdo perfectamente no tener ningún expectativa al revisarlo, para avivar esta idea se sumó que al sacar el celular del bolsillo lo primero que vi fue que el mensaje provenía de un número desconocido      –expectativa nula–; todas estas variantes dieron como resultado guardar de inmediato el celular sin leer los mensajes, además enfrente de mi estaba desarrollándose un buen combate, la compañía era excelente así que realizar la acción fue casi instantánea, pero bien dice la canción “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida” y vaya menuda sorpresa me lleve, ese pequeño instante antes de regresar el celular a mi bolsillo alcance a leer un mensaje en la pantalla –Hola soy J…–, el nombre o mejor dicho la forma en que ella abrevia su nombre retumbo en mi cabeza, esta manera tan singular de abreviarlo no dejaba lugar a dudas no podía ser nadie más, la acción de guardarlo la deseche tan rápido como pude, no resistí y abrí la aplicación, había algunos mensajes el que más me impacto decía “este es mi numero personal, gracias por preocuparte por mí”, se imaginaran la expresión en mi rostro, estaba absorto por esta sorpresa, a pesar de querer regresar el mensaje de manera inmediata tuve que contenerme, pensé en las posibilidades y lo más prudente era guardar el celular y proseguir con la velada, el resto de la misma transcurrió sin ningún otro sobre salto, hubo increíbles combates, mi compañía no podía ser mejor y a pesar de todo este ambiente lo que más estuvo presente fue su imagen, la necesidad por contestarle y saber nuevamente de ella. Tic tac, sorpresa como pocas.
Con su número personal, retomamos la comunicación donde la habíamos dejado, grandes platicas con los pormenores de nuestro día a día, la confianza no hacía nada más que acrecentarse, el día del reencuentro se dio de una manera peculiar, un viernes cualquiera salí con unos amigos a un bar, no recuerdo cómo empezaron los mensajes pero después de intercambiar algunos me confiesa que nunca le habían llevado mariachi o serenata, en ese momento salí del bar despidiéndome de un par de amigos, subí a mi auto con el firme propósito de quitar ese pendiente de su lista, el waze marco el camino hasta su casa y en dicho recorrido no recordaba un lugar donde poder contratar algún músico para cumplir con mi misión así que decidí acercarme a su domicilio y ahí hacer la búsqueda correspondiente, en el camino seguíamos platicando, ella no creía que me fuera a presentar y mucho menos que fuera a llevarle serenata, era la primera vez que nos veríamos después de una larga espera; esa noche fue una verdadera aventura, en el camino busque un anuncio o algo que me indicara donde podría encontrar algún mariachi esto no sucedió, ya algunas cuadras antes de llegar a su casa me percate que había una reunión me acerque al zaguán y le pregunte a unos tipos que estaban ahí dónde podría contratar un mariachi en esa zona, después de una breve charla dos tipos se acercaron y uno de ellos respondió “hay uno cerca pero si quieres te llevamos porque estas calles están algo enredadas, que chingón que le quieras llevar gallo”, lo dije soy pragmático subir a dos desconocidos a mi carro en una colonia que desconocía para buscar un mariachi no parecía la idea más brillante, esa pequeña chispa me empujo a subirlos al carro y emprender el camino por el mariachi, a los pocos minutos llegamos a una casa con una manta donde se leía –Mariachis–, tocamos la puerta y uno de ellos se identificó con la persona que pregunto quién y le comento cual era el cometido, a lo cual la persona respondió “lo siento están en una boda y van a regresar como en 3 o 4 horas”, era casi la una de la mañana, el tipo voltea y me dice lo siento mi cuate es el único por estos rumbos, se imaginaran mi decepción, pensé en ir hasta Garibaldi pero el recorrido de ida y vuelta iba hacer bastante largo además del pequeño detalle que solo he visitado una vez dicho lugar, buscar otra opción no era tampoco una idea muy viable, la zona la desconocía por completo así que salir y vagar por esas calles en búsqueda del objetivo parecía muy insensato tome la resolución de regresar a mis acompañantes al lugar donde los encontré para que siguieran en su reunión y habiendo hecho esto retome la ruta del waze hacia su casa, el camino de ahí era corto unas cuatro cuadras, decepcionado le marco y le digo tengo dos noticias una buena y una mala, la buena estoy afuera, la mala vengo sin el mariachi, solo escucho su risa y a los pocos segundos sale con una sonrisa de oreja a oreja, abro la puerta del carro para que se suba, todavía recuerdo su rostro y su voz diciéndome “no te preocupes, que vinieras fue lo mejor”; su voz suena todavía en mi memoria, incluso su olor sigue presente.

Nuestras acciones imperceptiblemente iban dándole forma a nuestra historia, dichas acciones iban cuadrando en el mecanismo, tratamos siempre de ser honestos, su regreso al ambiente era un hecho que nunca se cuestionó jamás pensé en impedírselo, ella tenía muchas metas por cumplir y dicha situación no me afectaba en lo más mínimo, con esta situación nuestras agendas sufrieron cambios y a pesar de este hecho nos dábamos el tiempo para vernos, recuerdo sobre todo los días que salía de mi casa y en vez de tomar rumbo hacia el trabajo, cambiaba mi destino hacía su departamento, reportarme enfermo o llegar tarde siempre fue una excusa que valía la pena y con creces. Llegar a dormir con ella, hacerle el desayuno o incluso lavar ropa juntos, no importaba lo que hiciéramos, lo importante era su compañía cada una de estos acontecimientos siguen siendo grandes momentos de mi vida, quien ha compartido complicidad, sabe que las escena de intimidad cambian la geografía de la mente convirtiéndola –por lo menos durante un tiempo – en un lugar donde solo caben dos.

Los acontecimientos nunca nublaron mi amor por ella, la honestidad hacia mi persona nunca dudo, soy un hombre maduro, con más años en mi haber de los que ella tiene sabía que a pesar de caminar juntos difícilmente nuestros caminos terminarían uniéndose, sé que no era nuestro tiempo, ella tenía muchas metas por cumplir su juventud así lo exigía y una persona que ya camino esa senda más que un apoyo sería una carga, creo que ella trato un poco más que yo en hacerlo funcionar aunque también entendía que no era nuestro momento, pero la complicidad que teníamos siempre nos llevaba a mantener una ilusión de algún día terminar juntos, esa ilusión la retratábamos con una singular frase “seremos nuestro segundo matrimonio”; a la lejanía veo con claridad todos esos detalles que en su momento parecieron insignificantes pero que hicieron la diferencia entre caminar de la mano a solo ser un recuerdo, nunca nos despedimos solo continuamos con nuestros caminos, a pesar de esto conservamos cierta comunicación (virtual), sus redes sociales me permiten ver algo de su vida, su felicidad me alegra, verla plena es algo que se merece, hoy a la distancia tengo la certeza de haber tomado las decisiones correctas, nuestras vidas continúan pero una parte de mí siempre se va a preocupar por ella, lo que deseo y pido para ella es que su plenitud dure lo más posible.

Su ausencia tiene ya un tiempo tal vez no el suficiente aun hay tantas cosas que están tan presentes en mi memoria, los rasgos de su anatomía, su mirada, su nariz, su olor, incluso la chispa entre los dos todavía estremece mi ser, todas las mujeres tienen un toque especial, amaba su risa cuando hacía algo travieso, ese sonido me fascinaba, se lo dije en repetidas ocasiones “amo tu risa maquiavélica”. Escribo estas líneas para conservar su memoria, junto con todos esos gratos recuerdos.


“…Dile al tiempo que perdone, a los años que demoren, que los meses tengan 30 días de más, necesito otro siglo, una píldora de olvido, algo útil que me ayude a borrar…”.




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